Todos recordamos un cuento de nuestra infancia, ya sea porque nos lo
contaron o porque lo leímos.
Los adultos tenemos dificultades o problemas que podemos resolver gracias a que
conocemos el mundo en el que vive, y se conoce a sí mismo. Los cuentos son
herramientas que nos ayudan cuando somos
niños, a aprender a afrontar la vida y a superar los obstáculos cotidianos sin
evadirlos.
Esto también puede ser viable gracias a la moral de las fábulas, a la enseñanza de las historias fantásticas,
mágicas, donde el Bien vence al Mal porque así es como debería ser. Los niños
maduran así sus ideas sobre el mundo, ordenando y dando coherencia a su mundo interior y
aprendiendo a escuchar y prestar
atención a su entorno. ¿Qué otra cosa puede servir más que una historia, que
captura y estimula la atención, divierte y suscita interés?
Cualquier cuento que sea, transmite mensajes siempre presentes y conserva un
significado hondo que pasa a través del corazón y la mente, tanto de los niños
como de los adultos...así, un cuento, es más que un cuento.